Viatges Sakkara

Acabamos de llegar a la oficina, disfrutando del silencio matinal cuando en el mismo segundo empieza a sonar el teléfono, el correo electrónico cargado de nuevos temas y comienza un nuevo día. Un segundo y medio más tarde todo está en marcha. “¡Kaluma, buenos días!”.

Nos gusta la gente. La que nos llama y la que nos deja un mensaje en Facebook. A todos les atendemos y dedicamos nuestro tiempo. Empezamos a trabajar en el mundo de los viajes cuando las agencias eran una ventana abierta al mundo y las reservas volvían confirmadas por los ya olvidados télex.

Ahora no hay una consulta igual. Los más jóvenes vienen con toda la información de lo que quieren y cómo lo quieren. Los mayores también. Unos y otros, buscan el consejo de primera mano y también la mejor oferta que no es, necesariamente, la que tiene el precio más bajo.

No hay un viaje igual porque no hay una persona igual pero deseamos y lo damos todo para hacer que sea el mejor. Es un orgullo contar con el apoyo de tantos profesionales que nos confían a sus clientes. Repetir con ellos un año tras otro es un compromiso mayor para no defraudar su confianza.

Nos gusta escuchar para poder dar la mejor respuesta. Lo hacemos preparando los programas de cada temporada, un proceso complejo donde vemos concretar muchas ideas y propuestas que se van convirtiendo en realidad gracias a los viajeros que confían en ellas.

Amamos viajar. Conocemos los destinos que ofrecemos y también a nuestros colaboradores locales, con los que a través de los años hemos afianzado un buena amistad. Esta voluntad de crear una verdadera experiencia de cada programa se transmite y detecta en todas nuestras ofertas de viajes.

l esfuerzo siempre vale la pena. Como no ahorrar hasta el último consejo antes de la salida: los visados, los trámites de aeropuerto, el qué tendrás que llevar en cada viaje, en cada época del año. Las maletas mejor con ruedas y la mochila que ya la pone Kaluma.

La mañana pasó volando y a mediodía seguimos combinando nuestros turnos para no dejar de atender el teléfono o responder los correos. Aquí estamos tomando un café mientras damos la buenas noches a los que ya se han sentado a cenar en el Sudeste Asiático, mientras nos cuentan desde Ushuaia que en ese preciso instante salen a navegar por el canal de Beagle. El último sorbito de café aún sabe más sabroso.